Hacer entender su mensaje en Quebec con la ayuda de un traductor francocanadiense

Papá Noel empezará muy pronto su gran viaje por todo el mundo y los quebequeses apasionados de los cérvidos están emocionados: quizás tengan la oportunidad de ver un reno surcando el cielo (o deslizándose sobre la nieve) en algún lugar de su inmensa región nórdica.

Este período mágico por excelencia que son las fiestas navideñas es el momento ideal de utilizar la palabra «reno» para designar a los mamíferos rumiantes que fielmente acompañan a este barbudo gordinflón y entrañable mientras reparte los regalos.

El resto del año, los habitantes de la Bella provincia se conforman con seguir el rastro a los «caribús» durante la temporada de caza.

Si vuelven con las manos vacías, a veces deciden entrar en calor con un trago de esa bebida alcohólica lugareña tradicional del mismo nombre que el animal.

Resulta curioso, ¿no es cierto?

El caribú, ¿la versión canadiense del reno?

Si su hijo pequeño todavía no le ha pedido que le explique cuál es la diferencia entre un «reno» y un «caribú», es sólo cuestión de tiempo.

Y como a todos nos gusta impresionar a nuestra progenie, debe saber que los caribús «quebequeses» y los renos «europeos» pertenecen a la misma familia, la del Rangifer tarandus.

En realidad, los renos de Europa son simplemente uno de los numerosos ecotipos en que se divide esta categoría animal.

Según Le grand dictionnaire terminologique, existen tres subespecies de caribú en Canadá: el caribú de los bosques, el caribú de Peary y el caribú de la tundra. Antes existía además otra subespecie, la del caribú de Dawson, actualmente desaparecida, que vivía en la isla Graham.

¿Por qué Europa opta por la palabra reno mientras que Canadá prefiere el término caribú para designar al mismo mamífero?

Variaciones lingüísticas

De acuerdo con el Centro Nacional de Recursos Textuales y Léxicos, el término «reno» (reen, en sueco) habría aparecido en Francia hacia 1678. La palabra «caribú», por su parte, habría surgido en Canadá en torno a 1609, derivada de kálibu, un término procedente de un dialecto micmac.

Dado que la forma en que nos expresamos varía en función del contexto geográfico, histórico, cultural y social, estas dos realidades lingüísticas singulares dieron lugar a dos palabras diferentes.

El invierno como ejemplo

Tratar de definir oralmente o por escrito las condiciones invernales en Canadá ilustra perfectamente esa paradoja.

Como las temperaturas casi nunca bajan por debajo de -5 °C en enero en la Ciudad de la luz, a los parisinos les pueden faltar palabras para describir el frío glacial y punzante de las noches quebequesas, en las que tuque (gorro) y mitaines (manoplas) son de uso obligado.

Y claro está, nadie necesita una motoneige (motonieve) puesto que no hay ni banc de neige (banco de nieve) ni poudrerie (ventisca). De igual modo, tampoco se necesitan los caribús cuando ya se tienen renos.

Un traductor que conoce bien su público destinatario

La lengua es una herramienta de comunicación que evoluciona en función, sobre todo, de las realidades sociales y culturales, y es mucho mejor así.

Si un francés pide a un quebequés ir a cazar renos, o si un quebequés ofrece a un francés un trago de caribú, estos interlocutores acabarán inmersos en una nebulosa incomprensible.

Para conquistar la gran parte del mercado francófono norteamericano que representa Quebec, conviene que contrate los servicios de un profesional lingüístico buen conocedor de las particularidades locales y que sepa aprovechar al máximo las sutilezas y variantes lingüísticas para potenciar la difusión de sus comunicaciones escritas.

¡Salud!

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